Amarillo deja vu

En los meses previos a las elecciones presidenciales comenzó a dibujarse un sustrato teórico que apuntaba a describir al PRO y a la alianza Cambiemos como la demostración que Argentina tendría una fuerza política adaptada al régimen democrático y que respondería al ideario de derecha. Y comenzó además, a utilizarse la descripción de “nueva derecha”.

Algunos periodistas de renombre felicitaron y aplaudieron que al fin la derecha argentina se institucionalizara bajo un partido político y que abandonara la práctica de golpear puerta de cuarteles para que el partido militar se hiciera cargo del destino del país. Los autores del libro Mundo Pro, que investigaron y trabajaron sobre los orígenes variopintos de este espacio conformado por empresarios, gerentes, artistas, partidarios de otras fuerzas disueltas, voluntarios de ONG, técnicos, profesionales, algunos progresistas y otros liberales, pero con el lema de ser algo “nuevo” en la política. A esto se le debe agregar el marketing político, la actitud posmoderna y juvenil de sus integrantes y la dependencia de la tecnología y de sus herramientas virtuales. Su filosofía transita por la idea protestante del triunfo particular, del esfuerzo individual, del premio al sacrificio y el éxito como recompensa. Aunque también se detecta una combinación de armoniosa de “paz y amor”, que se referencia con el new age o budismo occidental, con un discurso de tolerancia y de que todos juntos “podemos”.

A estas características funcionales, se pueden agregar conceptos más generales que describan a esta llamada “nueva derecha” y ellos son:

  • Que es democrática: porque según se explica, es la primera fuerza de derecha que asume el poder en Argentina por la vía del voto popular. Ya que los procesos anteriores fueron por medio de golpes de estado. Podría admitirse que el menemismo, que fue un gobierno de derecha, y que asumió por vía democrática, pero perteneciente a la estructura peronista.
  • Que esta “nueva derecha” es Posneoliberal, ya que se considera una etapa superada y por lo general no reivindica abiertamente las privatizaciones, desregulaciones y apertura como en los 90. Esto se debe a que en la economía real queda un residuo neoliberal que no se pudo quitar.
  • Otra cualidad que se le da es un contenido social, donde las redes de contención social no se desmantelan, se procede además a ejecutar programas de protección que abarcan a los más desfavorecidos, como puede ser la Asignación Universal por Hijo que permanece y el denominado programa “pobreza cero”, que fue promesa de campaña.

Estas son las supuestas características de una fuerza de derecha que se considere moderna y que muchos se apresuraron a conceptualizar y a diferenciar de proyectos del pasado.

Y aquí hay un problema, porque los que estimularon esta idea, los que la explicaron, los que se sintieron seducidos no advirtieron que debajo del pintoresco envoltorio latía una estructura frágil y retrógrada.

Lo que no se puede negar es que se hizo con el poder por vía del voto popular, pero su carácter democrático resbala cuando observamos lo ocurrido en la provincia de Tucumán, donde vía judicial se intentó anular elecciones y evitar la proclamación del gobernador electo, que por cierto era del partido contrincante. Se utilizaron todas las artimañas para generar un caos político, cuando la elección había sido ganada en buena ley por el candidato Manzur. Situaciones similares se produjeron en otros distritos, siempre con el argumento infundado de un posible fraude electoral. Pero además, con miembros de la burocracia judicial actuando decidida y arbitrariamente a favor del macrismo. Un caso emblemático sigue siendo el de Milagro Sala, donde gobierno nacional, gobierno provincial y burocracia judicial actúan en conjunto. Y hay denuncias y pronunciamientos a este respecto.

Por lo tanto, la caracterización de democrática de la “nueva derecha” es provisoria y relativa porque no son buenos perdedores, y porque animan a la formación del llamado partido judicial en reemplazo del partido militar.

En cuanto al rumbo de la economía, la idea de que el mercado por sí iba a fijar los términos relativos a precios y tarifas promueve el rechazo de amplios sectores de la población, incluidos muchos votantes de Cambiemos.

Pero, más allá del brutal ajuste que se viene realizando, las metas de la llamada macroeconomía refuerzan esta idea de sin fronteras para los productos foráneos y la intención de acuerdos con países centrales semejantes al fallido ALCA. Ahora se apunta al Acuerdo Transpacífico donde Chile y Perú ya hicieron punta.

En este sentido, lo que se puede analizar es que a pesar de años de gobiernos progresistas en Latinoamérica, quedan rémoras neoliberales que enquistadas son difíciles de remover, si no se profundizan los procesos populares. El caso del comercio exterior argentino es un síntoma de ello, con el dominio de empresas exportadoras extranjeras y grandes conglomerados comerciales que son producto de aquellos años de neoliberalismo y globalización.

Entonces vemos que esta caracterización de nueva derecha es parte del marketing que sirvió para maquillar las viejas ideas. Queda evidenciada la propuesta de un sector político que mediante el engaño propuso un cambio, que no es más que un retroceso.

Ahora, no se escucha a los analistas de grandes medios hablar de demagogia, ni de engaño electoral, ni criticar estas mentiras. Si se escucha confusión, porque algunos dicen “Macri hace lo que dijo iba a hacer”, entonces se produce este doble sentido de las palabras y conceptos. Por ejemplo, el impuesto a las ganancias, uno de los caballitos de batalla de su campaña termina siendo un fraude que incorpora a más contribuyentes, incluso jubilados a pagar y que antes estaban exentas. Pregunto ¿era esa la promesa?

Ahora, vendrá otro tema del que poco se dice como “Pobreza cero”, el cual va a ser polémico en su interpretación, en su ejecución, y en su necesidad.

Argentina, ocupa el lugar 40 en el ranking de Desarrollo Humano (IDH). Es decir que a pesar de la herencia forjada, de la negligencia del gobierno anterior, de su impericia en la economía, del despilfarro nuestro país es el de más alto desarrollo humano en Latinoamérica, por delante de Chile, Uruguay, Perú, Colombia, etc. Y esto no lo dice Kicillof, ni Alicia Kirchner, sino Naciones Unidas en su Informe de Desarrollo Humano 2015, www.undp.org.

Este índice no es meramente económico como el PBI (Producto Bruto Interno) sino que toma variantes tales como salud, expectativa de vida, posibilidades y acceso a la educación y un salario digno.

Considerando estas variantes, Argentina no es un país donde en general se debería aplicar un programa de “Pobreza cero”, porque su desarrollo es medio. No es que no haya pobreza, pero ese tema no se resuelve con medidas puntuales a cierto sector de la población, sino con otras que tornen a la distribución un elemento más justo. Y para ello hay que tocar intereses que esta administración nacional está visto no va a tocar.

Entonces, así como el impuesto a las ganancias fue un engaño, lo de pobreza cero también será un globo amarillo que nace pinchado.
Y recordando que esta realidad ya se vivió, en los años 90″.

About Omar Alberto Auel

Postítulo en Peridismo y Comunicación. Licenciado en Periodismo.

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