Particular circunstancia nos atraviesa en este 2 de abril de 2020, en el Día del Veterano y de los Caídos en la guerra de Malvinas y a 38 años del desembarco, donde por inercia de un progreso infestado debemos permanecer en las lejanías y evitar así la propagación del invisible enemigo.
Sin embargo, algunas señales me retrotraen a 1982 porque la conmoción, el shock, la incertidumbre del devenir están presentes. Y estos echos impensados, inimaginados, extraños, aparecen sorpresivamente y trascienden en la sociedad y en cada individuo.
Lo cierto es que nos señala la fragilidad de nuestra naturaleza, la precariedad no ya de una sociedad, sino de un mundo y un sistema que inesperadamente es devastado por algo tan minúsculo como un virus. ¿Cómo, a nosotros seres de la post historia, admiradores del imperio, batalladores del choque de civilizaciones? ¿A los millennials superdotados de las tecnologías? ¿Cómo puede ser que el destino esté en cuestión? Y sí, no se vio venir. Pero, si se ven venir otras pandemias y sin embargo tampoco se reacciona. Un medio ambiente que claudica, un sistema productivo arrasador, y todo bien…….
En estas circunstancias se observa lo mejor y lo peor de las personas. Las miserias afloran al lado de los actos de generosidad. Mientras el enfermero se expone y se esfuerza llevando alivios, el productor de alcohol sube su precio, el hipermercado remarca el agua mineral o del paquete de yerba o el miserable despide trabajadores. Entretanto, los “auto-exceptuados” se toman las libertades de contrariar las reglas de aislamiento. Nada nuevo, para ellos. Aunque, este comportamiento no es patrimonio de nuestro país, los hay desde el fondo de la historia y en variadas latitudes.
Se suele comparar este trance con una guerra contra un enemigo invisible. Situación que en otros momentos es centralizada por “el terrorismo” de diversa procedencia. Entonces todas las tenciones apuntan a ese flagelo o peligro inminente. En este sentido, y extrapolando groseramente las situaciones, se podría decir que estamos cada uno en sus posiciones o trincheras esperando las órdenes que los superiores deben impartir. Esperar es parte del comportamiento del soldado, con paciencia, pero sin que decaiga la atención en lo inesperado. Y en esta analogía, tener aguante es colaborar para que lo que sobrevenga sea más ordenado y controlado.
También importa la claridad de la comunicación, sin contraórdenes que llevan al caos y desconcierto. Confiando que quién nos guía tenga los elementos necesarios para tomar las deciciones correctas.
Algunos líderes mundiales siguen comportándose como son en realidad, como siempre, sin otra regla que ignorar el peligro a la salud en aras del altar del mercado. Para ellos, somos daños colaterales, víctimas necesarias para mantener un sistema de privilegiados y de sometidos.
La derrota en la guerra de Malvinas fue además el final de la dictadura cívico-militar, el ocaso de una etapa y el nunca más a los golpes militares. Los intelectuales contemporáneos se adelantan a ver que será de nuestro futuro en lo inmediato y a mediano plazo. ¿Habrá un capitalismo más autoritario y reforzado? O ¿Una toma de conciencia basada en lo humano y solidario aflorará de nuestras sociedades?
Descreo bastante en modificaciones o reestructuraciones sociales importantes porque nos cuesta aprender de la historia y del pasado y lo volvemos a repetir, como la maldición de Sísifo.
Las desgracias relativamente recientes de nuestro país no fueron atendidas y se repitieron errores. No aprendimos de Malvinas, para establecer quienes son nuestros países aliados y cuales los que buscan someternos. Latinoamérica es impensable como región si no construye un núcleo de ideas propias que sirvan para fortalecer a sus pueblos. Eso se consiguió y fue desbaratado por los gobiernos de derecha que se sucedieron y que le rinden homenaje al neoliberalismo y a su embanderado principal EEUU.
La crisis padecida en 2001, fue el final de otra etapa devastadora en lo económico con deuda, desocupación, miseria, cierre de comercios e industrias, tampoco hizo un surco en la memoria de muchos porque en 2015, se volvió al mismo esquema nocivo y destructivo.
El concepto de soberanía no acaba en lo territorial, comienza en una patria que cobije a sus habitantes y de oportunidades de vida digna. Se continúa en una cultura y educación que valore lo que se tiene y se fortalezca en la creación de generaciones orgullosas de su tierra y que confraternice con otros pueblos. Es la manera de defender a la patria.
Por eso, considero que además de lo que sucede en el día a día, del parte diario de nuevos infectados y víctimas, deberá ejercitarse la reflexión, el análisis y la autocrítica social si de verdad queremos un nunca más a las pestes no solo sanitarias, sino también las pestes económicas, sociales, culturales, de dominación, de guerras, de explotación y de injusticias.
#MalvinasEsSoberanía