La plaza de las calabazas

Ahora ya somos calabazas, porque un brujo con malas artes y una brujita, con hechicería de otros cuentos nos mandaron al país del Nunca Jamás.

Sólo un brujo, asociado con una bruja pueden cambiar la letra de la Constitución y hacerlo parecer un libro de Harry Potter. Es el Código No Escrito. Solo ellos pueden frenar o acelerar el tiempo a su placer. Ni siquiera al Nigromante mayor, Carlos Fayt se le ocurrió trastocar las horas y los minutos y su despedida fue programada para el 11 de Diciembre. Aunque hay que reconocer que estuvo 22 años de más ocupando su cargo, riéndose de la Constitución, pero siguiendo al pié a Harry Potter.

El brujo que menciono es Di Lello, que de Lelo no tiene nada y ella una bruja identificada como Baru budu budía que empuña un espejito mentiroso y regala manzanas envenenadas. Esta bruja malvada, no aprendió su lección anterior que le costo su apodo. Ahora será evocada como la bruja de las calabazas. Así, estos brujitos, ayudan en esta construcción de un reino para pocos. Y que incluye, a Susana y Mirta, solo les falta Tinelli.

El nuevo gobierno empezó mal, haciendo pequeñas trampas, no dejando participar a la Presidenta saliente de las ceremonias, porque quería una fiestita para ellos solos. Muy poco democrático, a pesar de todas las buenas ondas que reparte a los ex candidatos opositores, de las rondas de diálogos para determinar agendas comunes y de las colaboraciones desinteresadas de algunos panqueques para unir al país.

Ojalá, me equivoque. Pero no va a pasar mucho tiempo hasta que nos demos cuenta que hay detrás de este maquillaje.

Pero ya somos calabazas, de una plaza que quedó chica para tanta energía, con esos sentimientos contrapuestos de tristeza y de abrazos compartidos. Todo un pueblo andando, derramando sus lágrimas, con los pibes en andas de sus padres, los cochecitos de bebes, grupos de viejos con bastones y tantos jóvenes embanderados.

Los que estuvimos en la plaza, los que sin poder estar acompañaron en la sintonía, todos y todas se emocionaron, los que caminaron de los cuatro puntos cardinales del país, fueron a agradecer, y aceptaron ser calabazas. Pero, son calabazas por voluntad propia, no por un efecto alucinógeno, ni de una barita con poderes hechiceros, porque como ya se ha dicho, esto “No fue magia”.

About Omar Alberto Auel

Postítulo en Peridismo y Comunicación. Licenciado en Periodismo.

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